Autor: David Esteban Zuluaga
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- Eres tú esa persona en la que vivo el misterio del amor con la que sonrío y con la que baila mi alma.
Dice Vargas Vila: “todo amor, es místico, porque todo amor vive del misterio; del misterio del corazón, que no se revela jamás” (1911, p. 51). Estoy de acuerdo con él, y agrego: el carácter místico del amor escapa de la posibilidad del decir y se fija en el mostrar, trasciende la pregunta ¿qué es el amor? y se apresta a dejar que el amor sea. El misterio del amor radica en la singularidad de los que se aman, en las fibras que en cada uno de ellos moviliza, incluso cuando se está distante.
Los secretos del corazón son, sin embargo, complejos. En él no solo encuentra refugio el amor, sino también, nuestros más profundos temores: viejas cicatrices que otrora florecidas dieron brillo a nuestros ojos; amores a los que nos donamos de una manera más pura, que nos acompañarán toda la vida y que, por supuesto, habrá que proteger de otros amores, pero también el amor a la vida, el amor a nosotros mismos, a nuestras apuestas vitales y, en muchos casos, solipsistas. Guarda también hendiduras de las que aún no nos reponemos, aquellas que abrieron brechas que impiden hoy el paso hacia lugares que, aunque maravillosos, no exploramos por temor a la caída: aunque sabemos en el fondo que no son brechas insalvables.
Decir que se ama y no poder responder a la pregunta ¿por qué se ama? es natural. El amor es una de esas cosas que se muestra, incluso en el silencio y la distancia. Quien ama experimenta la ausencia de ausencia; quién ama jamás se encuentra solo. Y esto hace que podamos sentirnos diáfanos, sosegados en la ausencia de presencias.
Nos encontramos en una época en la que todos estamos descubriendo la vida. Una época de incertidumbre y desesperanza en la que evaluamos nuestras apuestas y renegamos si o si, independiente del lugar en el que nos encontremos (teniendo mucho o muy poco). Nos angustia perder el espacio, la intimidad, la autonomía, nos asusta perdernos a nosotros mismos, enredarnos en el otro. Es natural tener miedo.
Mas, es necesario considerar que el lugar en el que nos encontramos ahora inició con un acto de amor hacia los otros o nosotros mismos y esto hay que recordarlo. Ese recuerdo debe darnos la seguridad de que cada una de nuestras apuestas es genuina y vital y debemos sentirnos felices por ello.
Guardar en el interior de nuestro corazón el dolor que produce la ausencia, la distancia, una palabra mal dicha, un gesto inapropiado, una mirada… hace parte de la vida, mas no hay que hacer de algunas cosas hendiduras profundas. Saber del otro y su permanente pendular entre luces y sombras es un acto de amor, así como dejar ir, si es necesario, o acoger cuando hace falta calidez.
Deja que los secretos de tu corazón te acerquen a todos cuanto amas, deja que el amor sea en ti y para todos aquellos con quien compartes en presencia o ausencia los desmadres de esta época. Abraza a tus padres, a tus hermanos, a tus abuelos, a tus hijos, a tu pareja, abrázate a ti mismo. Recuerda ese momento originario en que decidiste amar. Y, si el valor te alcanza, pronuncia a quien quieras estas palabras: eres tú esa persona en la que vivo el misterio del amor con la que sonrío y con la que baila mi alma.
Nota legal:
Anne Worner. (21 de noviembre de 2014). Fall In Love All Over Again [Imagen de Flickr]. Recuperado de https://www.flickr.com/photos/wefi_official/15948310505/
Referencias
Vargas Vila, J. (1911). El Ritmo de la vida. Motivos para pensar. México: Librería de la VDA Ch. Bouret
Cómo citar este texto siguiendo las indicaciones de la sexta edición de APA
Zuluaga Mesa, D. E. (22 de abril de 2020). Para recuperar el amor [Mensaje en un blog] Recuperado de https://editorialluisamigo.home.blog/2020/04/22/para-recuperar-el-amor/