Autores: Juan Diego Betancur Arias, Marcela Arana Medina
Correo electrónico: cienciayacademia@amigo.edu.co, arana.marcela@gmail.com
Sin duda, el mundo y las personas están enfrentando un nuevo presente que determinará indefectiblemente la forma de actuar, pensar y sentir el futuro; dichos cambios permean todos los ámbitos conocidos: la vida personal, familiar, social, académica y laboral. De tal manera que cada uno de los actores deberá mostrar flexibilidad y apertura para adaptarse y con ello crecer. Así las cosas, para estar a la vanguardia de lo que se avisora, las universidades deben re-pensar las estrategias en el orden de lo académico y lo humano, para aquello que bien saben hacer, que es construir conocimiento; con ello tendrán que revisar la manera en la que sus currículos desarrollarán y formarán a sus estudiantes en las competencias profesionales y humanas que ellos necesitarán, una vez obtengan su título universitario para enfrentar la novedosa realidad de las empresas.
Las competencias, habilidades y destrezas, claramente no son lo mismo. Estás ameritan una diferenciación que esgrime su utilidad práctica, de innovación, transformación y aporte a la solución de los problemas que se presentan en la cotidianidad. El asunto particular con las competencias es que éstas, se caracterizan por cuatro componentes a saber: la dimensión técnica (los conocimientos o saberes), la dimensión metodológica (el saber hacer o la capacidad de aplicar los saberes), la dimensión participativa (saber estar) y la dimensión personal (saber ser). Como puede entreverse, por un lado, los sistemas de aprendizaje son fundamentales para desarrollarlas, pero no puede obviarse el aspecto biológico de los seres humanos, que en cierta medida determina el desarrollo de las mismas. Es por ello que en ocasiones obtener logros académicos de manera positiva, se relaciona poco con el desarrollo de competencias para enfrentar la cotidianidad que se mencionó en líneas anteriores.
En este orden de ideas, las competencias establecen el dinamismo que realiza un individuo de sus estructuras cognitivas para razonar de manera creativa ante un problema, situación o reto que se imponga. Por su parte, las habilidades constituyen un fragmento o parte de la competencia, que permite que el dinamismo cognitivo, adquiera más o menos su naturaleza creativa. Así las cosas, un sujeto puede tener muchas habilidades sin que se logren encausar en una competencia o acto metacognitivo y poder pensar sobre el pensar. Finalmente, las destrezas, así como las habilidades, conforman el entramado de las competencias; a diferencia de las habilidades pues éstas, solo se limitan a aspectos funcionales de acción y ejecución. Se devela entonces, que en muchas ocasiones estos constructos son confundidos o puestos como sinónimos impidiendo tanto su desarrollo como identificación.
De esta manera se piensa que podría determinarse y profundizar las diferencias establecidas para así favorecer el contexto de la educación superior, sus currículos y la conexión efectiva de sus egresados con un mundo que se encuentra en constate cambio y que -dicho sea de paso- urgido de soluciones que exigen de la maravillosa academia no solo rigurosidad científica, si no también altos índices de creatividad. Es claro que el hoy necesita profesionales innovadores, capaces de atravesar la barrera de lo que se consideraba hasta ayer “posible”, porque la actualidad con evidencias crudas, muestra que simplemente hay hechos impredecibles, que ocurren impávidamente exigiendo formas de actuar inmediatas que aseguren ante todo la sobrevivencia de las especies, y con ello, la sobrevivencia del individuo, de las familias, de la sociedad, de la empresa, de la universidad.
Esta reflexión se comparte con un objetivo y es invitar a pensar a los distintos actores de la educación universitaria desde lo académico, científico y creativo, en un nuevo contexto que permita sumergirse en el desarrollo real de las competencias humanas, y así impactar con tal efectividad los entornos que circundan al sujeto; que son determinados por los profesionales y viceversa. Se concluye que, solo a partir de la crisis, ha sido posible modificar las prácticas que antes se creía eran las indicadas, pues era lo que generaba seguridad, sin posibilitar el desarrollo el pensamiento creativo que caracteriza los repertorios cognitivos humanos. Es decir, sin competencias. Es entonces ahora, cuando la palabra de moda “re-inventarnos”, cobra vigencia y son admisibles propuestas para el cambio, que buscan retornar a lo que nunca debió olvidarse: Un entorno sistémico, donde los currículos se vuelven a pensar para responder al: distanciamiento físico, social y cultural. Donde la virtualidad ya no es una elección, sino una necesidad, la confianza puesta en el otro, la creatividad, la mesura, la ética de la solidaridad, la respuesta efectiva, la flexibilidad y la compensación, el humanismo y la capacidad para vivir como mortales no como inmortales. Estas son algunas de las aristas que empiezan a tomar vida en la ingeniería académica para dar un vuelco a la historia, virtualizar el mundo para re-construirlo de manera estética, inteligente social y emocionalmente, es decir prosocial a través del desarrollo de competencias humanas, que permitan el avance tecnológico de manera ética y responsable (Ramírez, 2019).
Referencia
Ramírez Varón, D. F. (enero-diciembre, 2019). Prácticas profesionales: un desafío para el ingreso a la vida laboral. Funlam Journal of Students’ Research, (4), pp. 34-43. DOI: https://doi.org/10.21501/25007858.2542
Nota legal:
Joiseyshowaa. (15 de febrero de 2013). Empty Headed Thinker [Imagen de Flickr]. Recuperado de https://www.flickr.com/photos/joiseyshowaa/8477590982/
El contenido de esta publicación se deriva del artículo Prácticas profesionales: un desafío para el ingreso a la vida laboral, escrito por Diego Fernando Ramírez Varón, publicado en el año 2019 en la revista Funlam Journal of Students’ Research, número 4, que puede leerse y descargarse https://www.funlam.edu.co/revistas/index.php/JSR/article/view/2542/2641
Cómo citar este texto siguiendo las indicaciones de la sexta edición de APA:
Betancur Arias, J. D., y Arana Medina, C. M. (18 de mayo de 2020). Competencias profesionales y humanas, del estereotipo a la realidad. [Mensaje en un blog] Recuperado de https://editorialluisamigo.home.blog/2020/05/18/competencias-profesionales-y-humanas-del-estereotipo-a-la-realidad/