Autora: Luisa Fernanda Córdoba Quintero
Correo electrónico: asis.feditorial@amigo.edu.co
Mayo, al igual que noviembre, es un mes apremiante para la entrega de trabajos de grado, tesis y artículos académicos de revisión o de resultados que dan cuenta de las investigaciones adelantadas por docentes o por estudiantes de pregrados y posgrados. En esta época, recibo solicitudes para correcciones de estilo por parte de autores conocidos (porque hemos trabajado juntos en otros momentos) y de otras personas que llegan a mí por recomendaciones. Quienes me contactan, generalmente, tienen clara mi labor como revisora, pero otros asocian una corrección de estilo con “hacer el trabajo” o “solo completar lo faltante en las referencias”.
En el proceso de planificación textual es importante elaborar borradores, pedir apoyo en la lectura a un coequipero, utilizar herramientas para mejorar la ortografía y la gramática y, además, resulta válido el uso de gestores para la elaboración de citas y referencias, pero también es necesario contar con una revisión de estilo.
Un corrector de estilo es un profesional encargado de leer y releer cada párrafo para lograr, no solamente corregir errores, sino también que los textos tengan calidad en cuanto a su comprensión.
Veamos algunas características generales de esta labor:
- La voz pertenece al autor.
El corrector está en la capacidad de identificar el estilo de escritura propio del autor de manera que, al realizar sugerencias sobre la escritura, el texto no pierda identidad.
- Es fundamental en el proceso de edición.
Los manuscritos pasan por las manos de diversos actores, pero es el corrector de estilo quien tiene a su cargo hacer que las ideas fluyan, se expresen y se entiendan de mejor manera, a partir de revisiones ortográficas, gramaticales y de sintaxis.
También, quienes trabajamos en el ámbito educativo, realizamos un trabajo fuerte en pro del respeto a los derechos de autor, de manera que las citaciones y referenciaciones de material no propio se ajusten a lo requerido por entidad editora.
- Identifica el tipo de público
El corrector se encuentra en la capacidad de identificar el tipo de público al que va dirigido el texto. En este sentido, sabe cómo “hay que hablarle”, cuáles expresiones debe sugerir, si el lenguaje puede ser coloquial, formal o técnico; en otras palabras, también puede y debe ubicarse del lado del lector.
- Emprende varias lecturas.
El corrector de estilo es un buen lector. Está capacitado para detectar errores de forma y de fondo tanto como si leyera con lupa; puede detenerse a leer un periódico, un artículo académico, un aviso callejero o el menú de un restaurante.
No solo se enfoca en lo que el autor expresa, sino que también es capaz de inferir lo que el autor quiso decir. En este ejercicio, pone en juego sus habilidades de atención, agilidad, recursividad y comprensión, además de las competencias adquiridas en su formación profesional: culturales, gramaticales, y de la organización textual.
Sin embargo, también requiere de competencias personales relacionadas con la empatía y el respeto por el autor, puesto que toda sugerencia debe tener como base este último precepto. La intención no es cambiar las ideas del autor, sino hacer que estas sean más comprensibles para el lector.
- El autor decide.
Aunque el corrector de estilo realice un trabajo decidido, no está libre de cometer errores con respecto a la interpretación de la información que lee, por esto, es importante que sea una persona con capacidad de trabajo en equipo, puesto que su labor y la de autor van de la mano, aunque es este último quien tiene la palabra.
Veamos ahora lo que no es un corrector de estilo:
- No es el autor.
No tiene potestad sobre el texto. Por tanto, quien se haya encargado de la escritura deberá asumir las sugerencias, o pasarlas por alto, según sea el caso.
- No hace el trabajo.
El corrector de estilo revisa textos finalizados.
- No es solo un revisor de normas de citación.
Un corrector de estilo, por la naturaleza de su labor, debe leer la totalidad de los escritos y, en el ámbito académico, prestar especial atención a las normas de citación de manera que cumplan con lo exigido.
El panorama general presentado en estas líneas es un intento aclaratorio sobre nuestra labor, para que no se nos relacione con el que hace el trabajo, el encargado de las modificaciones o de los cambios y, en otros casos, con el maquetador, el editor literario, etcétera.
Nota legal
Ángel Arcones. (14 de diciembre de 2008). Día 52: Revisión [Imagen de Flickr]. Recuperado de https://bit.ly/3cxq1Rs
Cómo citar este texto siguiendo las indicaciones de la sexta edición de APA
Córdoba-Quintero, L. F. (15 de mayo de 2020). Un corrector de estilo: qué es y que no [Mensaje en un blog]. Recuperado de https://editorialluisamigo.home.blog/2020/05/15/un-corrector-de-estilo-que-es-y-que-no/
[…] La utilización de conectores textuales, el uso adecuado de los signos de puntuación, el no empleo de la escritura en términos obscenos y una buena corrección de estilo en la redacción, harán que nuestro texto sea considerado de impacto y se admire el esfuerzo del autor(Te invitamos a leer la editorial: Un corrector de estilo: qués y que no […]
Me gustaMe gusta
[…] Ahora bien, si el fondo es trascendente, también lo es la forma. Así que cuando el estudiante deba presentar la tesis en el formato que le indique su institución, tendrá que estar atento a los detalles como: tipo de letra y tamaño, márgenes, formato de títulos, subtítulos y párrafos, guía de citación con base en la cual deberá elaborar sus citas y referencias, y buscar ayuda de un corrector de estilo si lo requiere (Consulte más información sobre la labor del corrector de estilo aquí). […]
Me gustaMe gusta